La ciencia y el arte de producir vinos

Ser médico es una profesión como muchas otras en las que se trata de ayudar a la gente y en realidad pienso que producir vino también es una forma de hacerlo.

Por Lucía Domínguez   Fotos cortesía  Bodega Catena Zapata

 

Mi nombre es Laura Catena, tengo 57 años, nací en Mendoza, Argentina y soy productora de vino y médica de emergencias.

¿Qué es lo que más recuerdas de esa infancia en Mendoza junto al abuelo?

Lo que más recuerdo de mi infancia en Mendoza es que vivía rodeada de perros. Siempre fui una gran amante de los animales, y desde muy chiquita —a los tres o cuatro años— me encargaba de cuidar a todos los cachorros. Mi abuelo tenía muchos perros, y yo me aseguraba de que los más pequeños pudieran comer para que no se murieran. 

Creo que rescaté a muchos, porque en general, los más gorditos suelen acaparar la comida, y muchas veces los más chiquitos sufren. Siempre tuve esa inclinación por ayudar a los que más lo necesitan.

Mi primer recuerdo del vino es de cuando, de niños, nos dejaban sentarnos a la mesa con los adultos y nos ponían una gotita de Malbec en un vaso con soda. No es algo que recomiende —los niños no deberían tomar vino—, pero era parte de la tradición en el campo.

¿Con qué frecuencia visitas Mendoza?

Visito Mendoza mes por medio. Estoy presente para la cosecha y para todo el trabajo de blending. Siento que vivo entre Mendoza, Estados Unidos y el mundo. Fui médica durante 27 años en California y durante esa etapa empecé también a involucrarme en la viticultura con el apoyo de mi padre. Hace ya 15 años, que estoy al frente de la bodega como directora.

Te mueves en dos mundos profesionales, cómo médico y como directora de Catena. ¿Qué te aporta la medicina en la producción de vino y viceversa?

La medicina me aportó toda la parte científica, porque hay mucha ciencia en el vino, especialmente en la viticultura. Pero, sobre todo, me enseñó a tomar decisiones difíciles —muchas veces muy difíciles— y a trabajar en equipo, que es fundamental. En la sala de emergencias, nada funciona si no hay un grupo de profesionales atendiendo al paciente, y eso también se aplica al trabajo en una bodega, donde conviven viticultores, enólogos, comerciales, y muchos más. Saber trabajar en equipo es clave.

¿Cómo nace la vocación por la medicina?

Creo que mi vocación por la medicina empezó cuando cuidaba a los perritos en el campo con mi abuelo. Pero también pienso que todos llevamos dentro algo que nos impulsa a cuidar a los demás. Incluso en nuestra oficina, cuando pasa algo, todos se preocupan; ese espíritu de cuidado está presente.

Ser médica es una profesión, como muchas otras, que se trata de ayudar a la gente. Y, en realidad, creo que hacer vino también es una forma de hacerlo. No solo por todas las personas que trabajan en con nosotros, que se han beneficiado del trabajo increíble que hizo mi padre para que el mundo conozca la calidad de los vinos argentinos —especialmente del Malbec—, sino también porque el vino, cuando se consume con moderación, puede traer alegría.

Como médica, siempre recomiendo el consumo moderado de vino. Si uno toma de más, no es bueno para la salud, pero en pequeñas cantidades incluso puede tener beneficios cardiovasculares. Además, está el beneficio emocional: compartir un vino con tu pareja —algo muy romántico—, con amigos o con la familia para celebrar un viernes o un sábado. Por todo esto, creo que los productores de vino también somos productores de alegría.

¿Hay otros miembros de la familia Catena involucrados en las bodegas? ¿Qué roles desempeñan? (de manera general) ¿cómo es la dinámica entre ustedes?

Mi hermano Ernesto produce sus propios vinos y está muy involucrado en la viticultura biodinámica. Mi hermana Adrianna vive en Londres, y al igual que yo, visita Argentina regularmente. Es historiadora doctorada en Oxford, y ha sido la creadora de algunas de las etiquetas más exitosas de nuestra bodega, como el Malbec Argentino y, más recientemente, el Birth of Cabernet.

Mi padre sigue muy involucrado: trabaja todos los días en la oficina de la bodega en Buenos Aires y es quien nos impulsa constantemente con su objetivo de hacer vinos argentinos que estén entre los mejores del mundo. No nos deja relajarnos —y eso también es parte de la tradición familiar que compartimos todos los que trabajamos en la bodega.

La historia del malbec está asociada a los viajes, a la migración y a renacer, a volver a tener vida, te sientes identifica con estas características? ¿de qué manera?

La historia del Malbec está asociada a los viajes y a nunca darse por vencido, y me identifico mucho con eso. En 2023, nuestra bodega fue reconocida como el World’s Best Vineyard y, recientemente, fue nombrada The Most Admired Wine Brand por Drinks International. En este ranking, Catena ocupó el primer puesto, seguida por Gaja, La Rioja, Antinori, Familia Torres y Penfolds, entre otras grandes bodegas. Es un reconocimiento muy importante, ya que proviene de una revista de gran prestigio.

¿Cómo llegamos hasta aquí? Creo que la respuesta está en el terroir —ese concepto tan francés que, en nuestro caso, es muy real. Nuestros vinos son verdaderamente vinos de terroir. Además, tenemos la suerte de contar con una cepa extraordinaria: el Malbec. Una variedad que estaba prácticamente olvidada en el mundo y que logramos revivir en Argentina.

El Malbec enamora por su concentración, sus aromas especiados y su capacidad de expresar el lugar donde crece. Y, sobre todo, por sus taninos sedosos, que lo hacen absolutamente delicioso. Tomar un Malbec es casi como disfrutar de un bombón. Tuvimos la fortuna de que esta variedad llegara a Argentina en el siglo XIX, donde logramos hacerla prosperar y convertirla en un símbolo de la identidad de nuestra tierra.

Los Catena son considerados uno de los mejores vinos del mundo ¿Cómo hacer que un vino sea inolvidable? ¿cómo es el proceso de selección para mantener esa extraordinaria calidad?

Para que un vino sea inolvidable, tiene que venir de un lugar particular y, por supuesto, tiene que ser rico y de gran calidad. Creo que tenemos la suerte de que el Malbec cumple con esas dos condiciones. También trabajamos con Chardonnay y blends con Cabernet Sauvignon, que resultan deliciosos gracias al lugar de dónde vienen.

Nuestros viñedos de altura, con suelos pobres y bien drenados, son ideales para producir vinos muy concentrados y potentes. Y esos taninos suaves que mencioné como característicos del Malbec, también son una expresión de nuestra región. Es un terroir  único que nos permite hacer vinos con identidad y elegancia.

En el tema de sostenibilidad, ¿en qué consiste el protocolo que practican desde 2013?

En tema de sostenibilidad, el objetivo es dejar la tierra en igual o mejor condición que como la recibimos. Con el cambio climático y la disminución de los recursos hídricos, esto se vuelve cada vez más urgente. En nuestro caso, como trasladamos los viñedos a zonas más altas en los años 80 y 90, hoy contamos con una mayor resiliencia, ya que estas zonas son más frescas. La altura se ha convertido en una forma concreta de enfrentar el cambio climático.

Lo interesante de este camino hacia la sostenibilidad es que no lo hacemos solos: trabajamos junto a más de 100 bodegas inscriptas en el código de sostenibilidad regional. Juntas abordamos temas clave como el bienestar de las personas que viven en el campo —buscando que no migren a la ciudad—, con iniciativas como escuelas de verano para sus hijos. También trabajamos en la reducción del uso de pesticidas, el cuidado del agua y la conservación del ecosistema a través de corredores biológicos.

En nuestro caso, el 40% del viñedo no está plantado: eso significa que todavía hay pajaritos, zorros, y toda la vegetación nativa que ya existía en el lugar. Ese equilibrio natural contribuye al bienestar del viñedo.

Para mí, lo más valioso de este código es el trabajo colectivo. Realmente hemos avanzado muchísimo gracias a la colaboración con otras bodegas mendocinas.

A manera personal, ¿de qué manera disfrutas de un Malbec? ¿qué recomendaciones nos puedes hacer? Tanto de maridaje como de momentos o lugares.

Disfruto muchísimo esa combinación de complejidad, potencia y suavidad que tiene el Malbec. Me encanta con casi todo —creo que no hay maridaje imposible. Incluso con comidas un poco especiadas, ese dulzor natural de los taninos acompaña muy bien.

Pero mi favorito es el Malbec con risotto. Me encantan los hongos, me encanta el queso… y el risotto es simplemente perfecto para el Malbec. Obviamente también va muy bien con carnes, pero creo sinceramente que se puede maridar con casi cualquier plato.

En la familia Catena ¿cómo y cuándo disfrutan en familia de sus vinos? ¿De pronto se reúnen para hacer catas? ¿Cómo funciona?

En mi familia tengo una tradición muy especial: guardo vinos de los años de nacimiento de mis sobrinos, mis hermanos y mis padres. Llevo estas botellas para compartir y disfrutarlas juntos; incluso tengo una de 1939, el año en que nació mi padre. Es un momento muy lindo, abrir una botella con historia y compartirla en familia.

Creo que es una tradición que muchos podrían adoptar. Tal vez no es algo económico, pero sí muy significativo. Es una forma hermosa de conectar generaciones: los mayores y los más jóvenes, que algún día crecerán y podrán disfrutar un vino del año en que nacieron, o de una fecha importante – como un casamiento o cualquier otro hito de la vida.

¿Tienes algún proyecto para escribir otro libro después de “Vino Argentino, An Insider´s Guide to the Wines and Wine Country of Argentina”?

Después de “Vino Argentino” escribí “Malbec Mon Amour” y “Oro en los Viñedos” que son dos libros muy divertidos. Oro en los Viñedos habla de los viñedos más famosos del mundo; es un libro ilustrado. Malbec Mon Amour lo escribí con Alejandro Vigil, otro libro muy divertido que cuenta la historia del Malbec y combina el maridaje con la música y el arte. Es súper entretenido porque nos disfrazamos de personajes históricos. Para el próximo libro tengo muchas ideas, pero todavía no he escrito una palabra.