Escuchar el cuerpo:otra forma de amor propio
Cuando descubrió que una prótesis mamaria rota afectaba su salud, se puso en acción y empezó su proceso para sanar, recuperarse y transformar esa experiencia en una voz de motivación.
Por Lucía Domínguez Fotografías Federico Galbraith
Octubre es rosado: es el mes en que, alrededor del mundo, se refuerza la importancia de la detección temprana del cáncer de mama, una enfermedad que sigue afectando a millones de mujeres cada año.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 2022, hubo más de 220,000 nuevos diagnósticos de cáncer de mama en América Latina y el Caribe, y casi 60,000 muertes. La autoexploración, los controles médicos y la conciencia sobre nuestro propio cuerpo son clave para la salud, para la vida.
Por eso conversamos con Gisela Tuñón, quien es periodista, madre, emprendedora y creadora del espacio digital Resaltando lo bueno. Pero más allá de sus títulos profesionales, es una mujer que ha enfrentado una situación grave al descubrir que una prótesis mamaria rota afectaba su salud.
Su testimonio valiente es una invitación a escucharnos, cuidarnos y no postergar nuestras revisiones médicas. Gisela nos habla con honestidad sobre su proceso de sanación física y emocional, el impacto en su familia, su carrera en los medios y cómo su experiencia la llevó a crear un periodismo más humano, más positivo.
En este mes de octubre, cuando creamos conciencia sobre la importancia del examen de mamas, ¿cómo recuerdas el momento en que recibiste tu diagnóstico y qué fue lo más difícil de afrontar?
En mi caso no hubo un diagnóstico preciso. Solo recuerdo a la doctora, mientras me hacía un ultrasonido mamario, diciendo: “Esta prótesis está rota, tienes que sacarla lo antes posible”. Era una operación de urgencia.
No sabía qué tan grave era hasta que salí del quirófano y el cirujano me explicó que la explantación había sido complicada. La prótesis no solo estaba rota, sino que se había reventado por completo: la silicona se había esparcido y adherido a mi carne, músculos y tejidos. La cirugía tomó más tiempo de lo previsto.
Pocos días después escuché por primera vez sobre el Breast Implant Illness (BII), una condición totalmente desconocida para mí hasta ese momento. Empecé a unir cabos con muchos síntomas que había venido enfrentando sin diagnóstico. Al revisar con los médicos, comprobé que tenía todo el checklist completo. Había estado literalmente envenenada durante años. Incluso después de la explantación, algunos síntomas no se fueron del todo. Sentí mucho miedo y confusión. Cuando me coloqué las prótesis, me dijeron que no era necesario cambiarlas mientras no causaran problemas. Pero la verdad es que ninguna prótesis mamaria es para toda la vida. Todas deben cambiarse tras cierto tiempo.
Enterarme de eso 14 años después fue devastador.
¿Qué aprendizajes te dejó el proceso de tratamiento y recuperación?
Este proceso ha sido – y aún es – un gran reto. No siento que esté del todo recuperada.
Aunque no perdí por completo mis mamas, como les ocurre a muchas mujeres con cáncer, decidí no volverme a colocar implantes. Pasé de una copa C a una A… ¡Ni siquiera antes de ponerme prótesis tenía senos tan pequeños!
Me costó adaptarme a mi nuevo cuerpo. Cambió la forma en que me quedaba la ropa, cómo me veía desnuda frente al espejo… sentí que había perdido parte de mi femineidad. Eso, sumado al hecho de que en mi profesión la imagen tiene tanto peso.
A veces no me reconozco. Veo las cicatrices, y aunque ya me he perdonado, todavía me cuestiono la decisión que tomé a los 25 años.
¿De qué manera ha cambiado tu forma de ver la vida?
¡Uf! Soy otra persona. Además, todo esto ocurrió en medio de una situación familiar muy dolorosa. Fue la cereza del pastel. Ahora puedo entender – aunque sea en parte – la revolución emocional que experimenta una mujer que pierde sus mamas. Va mucho más allá de lo estético.
Mi mayor aprendizaje: no confiar ciegamente, ni siquiera en los médicos. Siempre hay que investigar y buscar segundas opiniones.
¿Qué papel jugó tu familia durante ese proceso?
No sé qué habría hecho sin mi hijo Pablo. Aprendió a limpiarme las heridas y a ayudarme con el sostén postquirúrgico. Tenía solo 13 años… Fue un enfermero increíble.
Cuando llegó la pandemia, un par de meses después, ya nosotros veníamos viviendo la nuestra en casa. [Ríe]
¿Cómo te apoyaron tus amigos y otras mujeres que atravesaban situaciones similares?
Me sorprendió la cantidad de mujeres que me escribieron. Conocidas y desconocidas. Muchas estaban en la misma situación: enfermas, con dudas sobre explantarse o creyendo que sus prótesis durarían toda la vida.
Sentí que valió la pena compartir mi historia, porque ayudé a muchas a tomar decisiones informadas y evitar llegar a mi punto.
¿Hubo alguna persona o experiencia que marcó tu camino de recuperación?
Sí. Mi psicóloga, Itzel Sayavedra. Me acompañó en un momento clave.
La parte psicológica de este proceso es tan importante
como la física. Buscar ayuda en salud mental es fundamental.
Como periodista, ¿cómo influyó esta experiencia personal en tu manera de comunicar?
Me sensibilizó aún más. Aprendí nuevos lenguajes, a respetar diferentes formas de procesar esta vivencia. Algunas se sienten “guerreras”, otras prefieren verse como “sobrevivientes”. Lo importante es entender que cada una vive su proceso a su manera.
¿Cómo nació la idea de “Resaltando lo bueno”, tu plataforma digital?
Justo en ese momento. Me sentía devastada, sentía que lo había perdido todo.
Decidí que mis dos deberes eran: ayudar a otras mujeres y compartir cosas buenas. Si yo estaba en un hoyo, seguramente muchas otras personas también, necesitadas de esperanza.
Así nació la idea de hacer periodismo positivo, con todo lo que aprendí en los medios tradicionales, pero desde un lugar más humano.
¿Por qué consideras importante promover noticias positivas en los medios?
En medio de tanta negatividad, recordar que hay cosas buenas es una forma de resistir.
¿Qué impacto ha tenido el programa? Sabemos que incluso ganaste un premio de periodismo.
Ha sido una experiencia hermosa. No tengo millones de vistas – porque no hay morbo ni miserias que se vuelvan virales -, pero tengo una comunidad fiel.
Ser el primer programa digital en recibir el premio a Mejor Entrevista del Fórum Nacional de Periodismo fue algo que aún me cuesta creer. Lo soñé mil veces como un imposible.
Ese premio abre puertas. Es un mensaje claro: el periodismo digital hecho con ética vale igual que el de los grandes medios.
Además, fue un logro familiar. Mi hijo Pablo y yo lo producimos, grabamos y editamos juntos. Nos ayudó a sanar y crecer como equipo.
¿Cómo surgió tu emprendimiento de ropa y accesorios?
Buscaba una forma de trabajar desde casa para estar más con mis hijos. Así nació www.mameyonline.com
¿Qué significa para ti la moda?
Esta es una pregunta difícil, jajaja.
La moda, para mí, es mucho y a la vez nada.Es mucho porque habla de ti, te presenta antes que hables, te abre o cierra puertas, te impulsa o entierra…pero, al mismo tiempo es nada porque si abriste las puertas y obtuviste la oportunidad vestida y arreglada de la manera adecuada, pero lo que sale de tu boca (o de tu alma) no está acorde, la moda no te sirve de nada.
Te gusta entrenar, cuéntanos sobre tu rutina. ¿qué disciplina disfrutas más?
Amo el deporte, es la mejor medicina para la mente y el cuerpo. Hago triatlón ahora por hobby, ya no compito, y también pesas; si tuviera que elegir: ¡paso! ¡Los quiero todos! Jajaja.
¿Cómo te motivas para entrenar? ¿Qué le puedes decir a quienes les cuesta más?
No siempre hay motivación, es lo primero que tienen que saber; lo que hay es compromiso y decisión con lo que uno es y hacia dónde va, la convicción de cómo se quiere vivir. Lo que se vive hoy forja lo que se vive mañana… y yo siempre estoy pensando en mañana.
¿Qué consejo puedo dar?
Hay que buscar ayuda idónea nutricional, y si nada te funciona: ayuda idónea en salud mental – psicólogos-, en nuestra mente es en donde nuestras actitudes y formas nacen, crecen, se desarrollan y florecen o mueren, es el “máster control” del humano.













