El verdadero desafío es lograr que nuestros productos, que sí cuidan el planeta, puedan competir con los que no lo hacen; no estamos en contra de la fabricación industrial ni damos prioridad ciega a lo hecho a mano, apostamos por lo que funcione mejor para el planeta.

 

En 2016 lanzó su primer emprendimiento, TRASTO. Pero antes, había dedicado un par de años a recorrer Panamá y la región para mapear talleres, artesanos y productores locales. “Ese tiempo fue clave para entender las capacidades de producción y construir relaciones basadas en respeto y colaboración”, nos cuenta esta diseñadora industrial. TRASTO evolucionó y tomó el nombre de Coati Home®, “con una visión más clara sobre la regeneración ambiental y el rol del diseño en ese proceso”.

¿Dónde te criaste? 

Nací y crecí en Panamá, un país donde los bosques tropicales se encuentran con los arrecifes de coral. Mi infancia estuvo marcada por esa conexión profunda con la naturaleza: buceaba entre corales, caminaba entre selvas y observaba de cerca algunos de los ecosistemas más biodiversos del planeta. Esa cercanía con la vida silvestre, los paisajes y los ciclos naturales moldeó mi forma de ver el mundo… y más adelante, mi manera de diseñar.

Y siempre te has enfocado en cuidar el medio ambiente, tratando de aminorar el consumo irrestricto, pensando en la regeneración de los ecosistemas.

Claro. En Coati Home® trabajamos con vidrio 100% reciclado, no solo por su belleza y durabilidad, sino porque ayuda a reducir una de las amenazas más invisibles pero devastadoras para la biodiversidad: la extracción de arena. Hoy en día, la arena es el segundo recurso más explotado del planeta después del agua. Se usa en prácticamente todo: cemento, cerámica, vidrio, metalurgia… Pero esta explotación sin control está destruyendo hábitats completos – sobre todo en ríos, playas y fondos marinos.

Uno de los casos más tristes es el de las tortugas marinas. Ellas dependen de playas sanas para anidar, y cada año regresan a los mismos lugares donde nacieron para poner sus huevos. Pero esas playas están desapareciendo o siendo alteradas por la minería de arena. En solo 50 años, la población de la tortuga marina verde ha caído en un 90%, y mucho tiene que ver con nuestra forma de consumir. Por eso, en COATI elegimos el vidrio reciclado: porque al evitar extraer más arena, protegemos esos ecosistemas que tanto nos necesitan.

En COATI ofrecen productos que duran toda la vida. Hay una belleza en esos productos que conservamos toda la vida en casa. Creo que lo verdaderamente valioso no es lo que brilla por un momento, sino lo que permanece con nosotros, lo que se vuelve parte de la casa y de nuestras rutinas. En Coati Home® diseñamos pensando en la permanencia – que cada objeto tenga calidad, propósito y belleza suficiente para ser usado por años y no descartado a los pocos meses. Hay una especie de vínculo emocional que se crea con los objetos que duran: una tabla de cortar que te acompaña en cada comida, un vaso que usas cada mañana… Son objetos simples, pero honestos, que con el tiempo guardan historias. Y esto es lo más importante cuando hablamos de sostenibilidad: consumir menos recursos. Esa es la única forma real de frenar la devastación ambiental. Podemos reciclar, sí, pero si seguimos produciendo y consumiendo sin freno, no hay planeta que aguante. Apostar por objetos que duren toda la vida es apostar por un futuro más equilibrado. 

¿Cuáles son los mayores retos en COATI?

El mayor reto ha sido encontrar materiales y procesos de producción que realmente ayuden a proteger los ecosistemas y mitiguen la destrucción de hábitats, y que al mismo tiempo puedan ser competitivos en un mercado que aún penaliza los productos responsables con lo que se conoce como primas verdes – el sobrecosto que conlleva hacer las cosas bien.

No estamos en contra de la fabricación industrial ni damos prioridad ciega a lo hecho a mano-apostamos por lo que funcione mejor para el planeta. Pero para que esta industria crezca, necesitamos que más personas apuesten por productos hechos con materiales 100% reciclados y maderas certificadas que protejan los bosques naturales. Solo así lograremos un mercado más justo y un futuro más equilibrado.

Y las mayores satisfacciones haciendo esta labor?

Ver cómo una idea que nace de cuidar la vida se transforma en objetos que las personas usan, valoran y conservan por años es una de las mayores satisfacciones. No hay nada más poderoso que saber que algo que diseñaste está ayudando a regenerar un bosque, a proteger un nido de tortugas o a reducir la cantidad de recursos que usamos como humanidad.

También me emociona cuando alguien nos escribe para contarnos que ya no puede vivir sin su tabla de picar o que sus vasos se han convertido en los favoritos de la casa. Porque ahí es cuando entiendes que el diseño tiene un impacto real: mejora vidas, conecta a las personas con el planeta y deja una huella positiva que va más allá del objeto.Y claro, trabajar con equipos talentosos, con personas comprometidas con un propósito común y saber que estamos construyendo algo que puede inspirar a otras marcas o diseñadores, también me llena de energía y esperanza.

Hay estudios de mercadeo que establecen que el consumidor busca cada vez más marcas comprometidas con la preservación del ambiente, ¿eso te llena de esperanza?

Sí, totalmente. Me llena de esperanza y me hace sentir que no estamos solos. Por muchos años, hablar de sostenibilidad era nadar contra corriente. Hoy, cada vez más personas entienden que no podemos seguir produciendo y consumiendo como si el planeta no tuviera límites.

Ver ese cambio en el consumidor-que ahora se fija en los materiales, en la historia detrás de los productos, en su impacto – es una señal de que algo está cambiando. Y aunque todavía falta mucho por hacer, es alentador ver cómo la conciencia crece y se traduce en acciones concretas. Porque cuando eliges un producto que cuida la vida, estás apoyando un modelo distinto. Uno que no solo piensa en el presente, sino también en el futuro del planeta y de todas las especies que lo habitamos.