Cuando aceptamos la invitación de Yaremi Greig para probar su Hoppy Margarita, el coctel con el que se alzó como ganadora del World Class Panamá, las expectativas eran superlativas ¿Cómo no serían si este coctel le ganó a otras 39 recetas? Y la hoja de vida de Yaremi da mucha confianza en su talento como mixóloga y maestra de la hospitalidad.
Después de la vivencia y extraordinaria velada, podemos confirmar que las expectativas fueron altamente superadas. Solo elogios podemos tener para la experiencia de ir a cenar a Caliope, un restaurante que se ha ganado a fuego – literal – un nombre entre los clásicos modernos de la ciudad y en donde la barra no es para solitarios despechados o seres melancólicos, no, es para parejas felices, viajeros solos con vocación para hacer amigos o para amistades con ganas de celebrar, esta barra es para quienes desean pasar un buen momento, disfrutar de una estupenda comida y, lo mejor, degustar exquisitos cocteles o vinos, a la vez de que se conversa de temas diversos, ligeros o no, pero que te conectan con el prójimo.
Uno de los mayores inconvenientes de los lugares comerciales en Panamá es el estacionamiento. En Caliope te ofrecen gratis el servicio de valet del Hotel Sortis. Problema resuelto.
Descubrimos que la amabilidad de todo el personal, en especial la de Yaremi y el gerente, es una práctica espontánea que le brinda una calidez hogareña al lugar. Saludos, sonrisas, bienvenidas, interrogante sobre tu bienestar, tus preferencias, todo esto, sin rozar lo azucarado que puede ser la hospitalidad desmedida, te hacen sentir como en un lugar propio.
Recordemos que Caliope empezó a funcionar en 2015 en la parte superior del Teatro Amador en San Felipe, un espacio lleno de encanto, sin dudas, que cautivó a comensales probados en el arte gastronómico y que ahora son recibidos en esta nueva dirección en donde la elegancia es la que domina.
Para empezar – cómodamente sentados en la barra – nos brindaron de entrada berenjenas encurtidas con pan de la casa y un espumante. Suprema combinación.
Maick, quien hace dúo mixológico con Yaremi, nos contaba sobre las preferencias de los clientes del lugar: los huéspedes del hotel son los más asiduos a la barra.
Luego vino una entrada que me regresó a la infancia. Como le pasó al crítico gastronómico en Ratatuille. Eran unas carnes en palito, en miniatura, con carbón incluido. Una delicia.
Y un platillo que se lleva el premio de la noche: ceviche de cobia en leche de tigre de ají amarillo, aguacate, puerro y chips de plátano. Las texturas, los sabores, la combinación, absolutamente todo fue aprobado por nuestro paladar.
En ese momento llegó la razón de nuestra visita, la Hoopy Margarita, que sorprende desde su presentación: servida en un vaso que baila. Y no era el exceso de alcohol lo que nos hacía ver al coctel bailando, el vaso de la Margarita de Yaremi en verdad que era danzarín, tenía una esfera en el fondo y esos eran sus piernas danzantes, un tema de conversación para los comensales y otra nota divertida en medio de tantas razones para ser feliz. En boca es refrescante, con una sabrosa fragancia y una delicadeza especial.
Cuando pensamos que ya todo había terminado llegó algo aún mejor. El beef Wellington con corteza de hojaldre en una salsa de brandy y vegetales baby, un platillo insignia, un bocado realmente de lujo, una obra maestra digna de una cita única.
Porque nos contaron que han organizado exitosas fiestas de boda, bautizos, cumpleaños, aniversarios. Y los anfitriones no se tienen que ceñir a un estricto menú. Tienen toda la libertad de pedir su platillo favorito, en Caliope lo prepararán en una versión mejorada.
Especial mención merece un risotto ácido con pescado, una delicia que sorprende, en el mejor sentido de la palabra.
Vino tinto, vino blanco, postre de chocolate con helado hecho en casa, así culminó un día que recordaremos por mucho tiempo.
Antes de irnos, Maick nos explicó que los cocos en el mostrador sirven para añejar bebidas fuertes. Un guiño perfecto para sellar la promesa de volver. No será difícil.