La historia de un país no cesa nunca de escribirse. Y para una nación joven, como la nuestra, es valioso que investiguemos y construyamos una bibliografía sobre nuestros pioneros, en este caso, nuestras “primeras”, porque, considerando el factor del género, las “primeras” han sido mujeres valientes que se atrevieron a traspasar puertas de hierro, que no se rindieron y que día tras día demostraron su valía en el ejercicio de la profesión que escogieron y en la que no había cabida para las mujeres.

Lidia Sogandares, primera médica panameña, desafió no solo sus circunstancias ni su condición de género, sino a su padre y posteriormente a sus colegas médicos, para dedicarse a una carrera por la que sacrificó algunos intereses personales.

Vannie Arrocha investigó con fuentes muy cercanas, como la sobrina Carmencita Sogandares de Mackenzie, y hasta viajó a la Biblioteca de la Universidad George washington, para llevarnos con este libro a un viaje biográfico que empieza en Taboga, territorio insular en donde nació Lidia Sogandares.

Además de arrojada, inteligente y aplicada, esta joven tenía “charming” como nos narra Arrocha. Llegó a ser, elegida por votación, la primera reina del Instituto Nacional. Sí, Sogandares tuvo la fortuna de estudiar en este centro educativo que, en la época, contaba con un cuerpo docente integrado por Octavio Méndez Pereira, José Daniel Crespo y Fermín Naudeau, entre otros.

Era un lujo realizar estudios en el Instituto Nacional que recién abría sus puertas a estudiantes mujeres.

Gracias a una mujer solidaria – y que también fue una “primera” – Lidia o “Tula”, como la conocían sus más allegados, pudo viajar becada a Estados Unidos para continuar estudios superiores. Esta mano amiga fue la de Esther Neira de Calvo, feminista y organizadora del Congreso Interamericano de Mujeres, evento en el que tuvo la oportunidad de escuchar a quien sería la futura médica disertar sobre el tema de la niñez y la pobreza.

Ya de vuelta en Panamá y formada como doctora, Sogandares logró una carrera de éxitos y de esfuerzos enfocados a cuidar a las mujeres más humildes de embarazos prematuros, múltiples o de partos dolorosos. Como dato curioso, ella fue la ginecóloga encargada de traer al mundo a otra gran “primera” de Panamá, la doctora Rosa María Britton.

Arrocha ha manifestado que escribió esta biografía – que fue patrocinada por la Sociedad Panameña de Obstetricia y Ginecología (SPOG) – para los jóvenes y confirmamos su intención por el estilo sencillo que ofrece al narrar una vida compleja, completa y satisfactoria.

El legado de Lidia Sogandares son todas las doctoras de Panamá que llevan a cabo su labor diaria con compromiso y generosidad.