Por Maria Cano Fotografía Federico Galbraith
“Comunicado a la nación: a estas alturas nadie se quiere vacunar, los carnavales 2022 van, pero personal que no me llega a los carnavales con tarjeta de vacuna no me entra”. Este anuncio no ha sido emitido por el Ministerio de Salud, sino que lo dice “La Ministra” en su cuenta de Instagram @kennydancer. Este es un personaje que no necesita apellido para ser identificado, pero sabemos que nació durante la pandemia y que su popularidad ha crecido como la espuma.
Baile y cocina
Todo comenzó bailando. Amilcar Montezuma (30 años) es el nombre estampado en el decreto de nombramiento de este miembro del gabinete que no aparece en la planilla estatal. Nació en Panamá.
Estudió Turismo y Bellas Artes y su pasión siempre ha sido el baile. En la secundaria formó parte de una agrupación de baile, pero Amilcar nos confiesa que era un “chico de casa” a quien no le gustaba salir. Lo invitaban con frecuencia a participar en eventos bailables a los que declinaba porque estaba comprometido con una responsabilidad ineludible: desde los 15 años era el encargado de cocinar para la familia. Es el menor, tiene 2 hermanas mayores. Su rutina era asistir a la escuela en la mañana, ir a un curso de inglés en la tarde y de inmediato irse para su casa a preparar la comida. “Mi infancia fue hermosa, sin lujos, con una familia humilde donde aprendimos que todo se gana con honradez y humildad”, nos dice Amilcar, quien recuerda que, para Navidad, si no habían regalos, ninguno de los hermanos se quejaba, pero sus padres siempre se preocuparon por brindarles todo lo necesario.
Sus compromisos familiares le impedían asistir a las presentaciones bailables, sin embargo, llegó a participar junto al grupo de baile Complot para un evento que se trasmitió por televisión y asegura que fue uno de los momentos “más chéveres de su vida”.
En la universidad era el que organizaba todo lo relacionado con las novatadas, y por supuesto, era el coreógrafo oficial. Su personalidad extrovertida lo ha marcado: “Siempre he sido medio alegre, el alma de la fiesta y el loco del salón de clases”. Cuando ingresó a la Facultad de Bellas Artes aprendió más sobre técnicas de danza. Luego empezó a trabajar en un hotel; fue guía turístico y también se dedicó a la animación infantil. “Esto lo hice por 8 años, aprendí de liderazgo y, gracias a mi trabajo, viajé y también aprendí más inglés, hablando con los huéspedes y leyendo”. Al dedicarse a la hotelería descuidó un poco el baile, hasta que un día le propuso a su jefe armar un ballet artístico en el hotel y él fue el encargado de este proyecto. “Siempre he sido un chico trabajador, actualmente trabajo en el sector turístico hotelero, por un tiempo trabajé en la Junta Comunal atendiendo al público en temas de Covid pero por temas de nuevos retos tomé otro rumbo”.
Tik Tok, un desahogo
En 2018 empezó a ver a los Instagramers y decía “algún día me gustaría hacer eso”. En una ocasión, sin planearlo, hizo un video en el que le anunciaba al público: “Buenos días, hoy voy a rapear, espero que les guste mi rap…” (y no hacía nada). Recibió muchos comentarios. Le escribían pidiéndole que hiciera más videos. Este fue el chorro de propulsión que necesitaba para lo que vendría poco después.
Nos confiesa que al principio le daba pena. Con el tiempo le fue tomando confianza. Mientras trabajaba en el hotel le tocaba salir a diversos eventos, no era de la farándula – aclara – pero, por motivos laborales, conoció a personas de la farándula en Panamá. Hasta que llegó la pandemia. Quedó sin trabajo, “estaba super estresado, deprimido, tenía deudas, no sabía cómo hacer para ayudar a mis padres, no teníamos mucha plata, mi mami estaba pasando por una situación difícil de salud, se me unieron muchas cosas y mi desahogo fue el Tik Tok”. No sabía cómo usar esta red. Aprendió y se quedaba horas viéndolo, “veía a la gente feliz y me moría de la risa viendo las payasadas y yo acá encerrado con la depresión y llorando”.
Hasta que tomó una decisión: “Voy a hacer payasadas”. Se quedaba hasta la madrugada viendo videos. En ese entonces contaba con poco más de 3 mil seguidores (para cuando escribimos esta nota tenía 112 mil).
Fue todo muy espontáneo. “Cuando las personas que no me conocían me hacían comentarios, me emocionaba, quedaba muy contento …y empecé a subir videos”. De pronto los seguidores subieron a 4 mil y, viendo las noticias, se dio cuenta de que “La Ministra” era una figura pública polémica: “el pueblo no quería saber de La Ministra, pero estaban pendientes de las conferencias de prensa, luego la botaron o renunció y se nombró a una Ministra Consejera”. Se le ocurrió ponerse una peluca que tenía en casa y empezó a subir los videos interpretando a La Ministra. Al principio tenía miedo de que le llamaran la atención por estar burlándose de esta autoridad.
Cuando anunciaron que los bares iban a funcionar por entrega a domicilio, La Ministra empezó a hacer sketch de situaciones en bares populares (como por ejemplo La Mayor, entre otros) y eso “fue un virus, como el Covid, se hicieron virales, virales, virales”. En esa misma semana anunciaron la apertura de playas en Colón y el video de La Ministra inspeccionando las playas fue todo un éxito. Ahí nació esta figura jocosa.
Se siente bien ser La Ministra
Por fortuna, no se ha metido en problemas desempeñando el rol de este personaje controversial, todo lo contrario – explica – “la gente goza con cada historia de La Ministra”.
Para Amilcar este personaje es “la voz, es el llamado, es el sentimiento del pueblo expresado con humor”.
En su cuenta vemos las denuncias sociales que realiza al trasladarse hasta las casas de personas con diversas necesidades: “cuando entrevisto a las personas puedo sentir la necesidad de cada uno, aunque siempre me reciben con una sonrisa, es difícil para todos enfrentar la triste realidad que estamos viviendo, tanto en desempleo como en la vida cotidiana”.
Para Amilcar, encarnar a La Ministra es “ser la voz de las necesidades del pueblo, ser la voz de confianza de los que, por temor o miedo a opinar, ven en mí el medio”, nos dice y asegura que “se siente bien”.
Tiene carisma y ha logrado calar en el gusto del público. “Mi personaje es muy querido porque La Ministra es sencilla, una empleada pública sin tanto lujo, con su cabello bien maltratado pero feliz, con un camina’o algo peculiar y sus travesías que son épicas”.
La Ministra es famosa, no hay duda. Amilcar apenas lo nota. “Me estoy dando cuenta ahora…aún no lo puedo creer que soy famoso”. Entre los proyectos futuros menciona la palabra cine.
Anécdota: Una vez le escribió a la actual Ministra Consejera y la funcionaria le respondió felicitándolo y agradeciéndole por hacer reír a muchas personas en momentos tan difíciles, “sigue así”, le recomendó una de las asesoras de la cartera de Salud.